6 dic 2017

Muerto en arrullo

Me gustas cuando callas, amado mío, porque estás como ausente, y ya me oyes desde lejos y ni mis manos ni mi boca te tocan. Parece que tus ojos, blancos ya, se te hubieran volado y mi beso dulce te ha cerrado la boca. Todas las cosas que ya no tocas están llenas de mi alma, sin embargo ya no emerges de las cosas llenas del veneno mío. Muerto ya, y así de limpio, te pareces a mi alma, y también te pareces a la palabra alegría. Ya te lo he dicho: me gustas cuando callas porque estás distante, lejos y no te quejas muerto en arrullo. No podrás decirme que mi voz no te alcanza porque me he callado con este silencio tuyo. Y te hablaré en el silencio, limpio como tu cuerpo, simple como tu anillo. Eres ahora como la noche, silencioso y tranquilo, y tu silencio es de muerte, tan lejano y sencillo. Estas serán mis últimas palabras, las que siempre te he dicho: me gustas cuando callas, amado mío, porque estás como ausente, distante y afortunadamente muerto. Mi palabra entonces, mi sonrisa alcanza para saber que estoy alegre, alegre de haberlo hecho.

1 comentario:

  1. Hola, me gusta como escribes, lamentablemente no pudimos ahondar más, de verdad me llama la atención tu prosa. Saludos.

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