11 may 2013

Omnipotente


siempre creí que podía con todo. que tenía el mundo en mis manos. plastilina que me había quedado guardada en el bolsillo al salir del jardín de infantes. es que de niña me parecía un poco a dios. por eso siempre andaba jugando con objetos que se pueden manipular. era mi propio universo moldeable. desarmable. es que, en verdad, podía con todo. me fui creyendo que podía con todo. hacía lo que quería con la vida de las muñecas. las sacrificaba por amor a todo lo insignificante. les negaba el alimento. las vestía. hice lo que quise en ese mundo plástico. sillones rosados y vestidos de novias. se fueron quedando viejos. objetos de burla en el liceo. ¿todavía jugás con muñecas? nadie entendía. yo juego con la vida les decía. pero nadie entiende. todo tiene su límite dijo mi madre y me regaló un puzle. era de pocas piezas y muchos colores. el límite del universo rectangular. esa es mi porción. nadie se mete ahí dentro. mis manos moldean y recorren la forma del cartón. luego sus colores. luz y sombra. brillo y oscuridad. se despliegan las formas. todo los detalles que conforman mi universo inalterable al que nadie entra. si mis manos se pierden yacerá incompleto. un nuevo dios nace cada vez que se agita la caja y se meten sus manos dentro. cada vez más grande. dios se expande por las tierras. le da el único tiempo que le queda. pero parece que a nadie le gusta que dios arme puzles. porque se olvida de sus deberes de dios. porque se le van yendo los amigos. porque se va quedando noches y noches solo rodeado de piezas. entonces le regalan las sopas de letras. el abecedario en bruto para construir palabras. palabras que están y palabras que no existen. palabras que se pierden de sí mismas. que van cubriéndolo todo. donde hay palabras siempre hay un misterio por resolver. cada palabra puede contener otras dentro. no es fácil entonces encontrar mensajes secretos por todos lados. pistas. misterios. nada es lo que debe ser. entonces ahí es que se puede jugar. porque a dios nadie le había enseñado a jugar. entonces le mostraron lo que era una lapicera y un lápiz. porque ya estaba grande. le enseñaron que esas letras también las podía dibujar. le enseñaron a crear. a verse en su mundo inventado. ser o no personaje. actuar en la imaginación. penetrar en los sueños. porque resulta que una vez tuve un sueño. ya solo soñar me sorprendía porque pensé que no era de dioses hacer eso. tenía miedo a la realización del sueño. porque quién sabe hasta donde llega su acto creativo. mi sueño fueron palabras también. todas inventadas. palabras que se encontraban por primera vez y otras sorprendidas de verse tan cercanas. y el sueño se quedó solo por ahí. se llenó el mundo de palabras y ya no fue necesario seguir soñando. cuando perdí los sueños. cuando se fueron. solo ahí pude ser dios. 



 [Ilusión óptica - Bruno Rosa]