Cierro la puerta y no miro.
Atrás quedás vos y yo como sombras junto al árbol de navidad que armamos por
primera vez en nuestra primera casa. Metí pocas cosas en la mochila además del
gato que no maúlla porque sabe que ahora vamos a estar los dos solos.
Sé que quedó el puzle por
armar. Me habías perdido dos piezas y ahí empezó todo. Tuvimos que mover los
muebles, desarmar la casa, expulsarnos, revolver la basura y el polvo de abajo
de la cama. Y estabas con las piezas en la mano, pero yo no te vi. Yo me olvidé
de las piezas perdidas.
Y cerré la puerta y tiré la
llave. Y corrí un poco por si me salías a buscar y me cinchabas de la mochila.
Pero no saliste, ni siquiera a buscar la llave, ni a despedirte del gato. Te
habrás ido a terminar de armar el puzle vos, porque siempre quisiste robarme
esos momentos de terminar una obra. Y cuando saliste seguro yo ya estaba lejos.
Ya estaba en otra casa. Estaba en otra cama comiendo con otros platos comida de
otras personas. Y el gato se adaptó bien. No lloró ninguna noche.
yo sí lo recomendaría. Me gustó mucho, y también supe huír con un gato (Fito). :) Un abrazo.Y u besito a Jaime.
ResponderEliminargracias! y los gatos son expertos en eso. por eso hay que aferrarse a ellos.
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