13 feb 2012

De los tipos de personas y sus recursos literarios

Me gusta relacionar a los tipos de personas con figuras retóricas. Me parece un ejercicio parecido al de los fisiognomistas del siglo XVII pero menos impresionista que intelectual.
Además, una vez, mi amiga Flavia Molino, haciendo un repaso por mi corta biografía me dijo que ella me asociaba al oxímoron, y me gustó. De hecho me he dado cuenta que las personas oximorónicas ejercen una particular fascinación en mí, porque hay que desentrañar su sentido; es decir, en esa unión inmediata de opuestos hay una esencia mayor que debe nacer de la mezcla -no yuxtaposición- de los contrarios.
Otros que me caen bien, pero me cansan son los hiperbólicos. Hay algo de gracioso en su dimensionar de las cosas, incluso de las más simples. Y muchas veces los hiperbólicos no son los que hacen los relatos más desopilantes -mi abuelo era pescador, sé de esto- sino los que viven su vida como si fuera una gran hipérbole. Sus pensamientos su multiplican al infinito, sus acciones parecen no terminar nunca.
Le temo, aunque me intrigan, a las personas metonímicas. Son audaces y fortuitas. Parece que viven una vida al límite, pero no se jactan de ello; más bien hay que saber verlas y encontrarlas. Les temo porque saben qué parte mostrar de sí y qué parte ocultar. Pero el problema está cuando pierden el control de la metonimia, a eso se le llama "síndrome de la sinécdoque", aun no se ha encontrado una medicina que lo cure o prevenga.
Con los otros que hay que tener cuidado son con los que se rigen por el políptoton. Suelen sufrir el "síndrome camaleónico de camaleón camaleonado". Utilizan una serie de artilugios para convencernos de todo. Este síndrome ataca especialmente a políticos y poetas, ya que para ellos la palabra es un juego.
Aburridos con los anafóricos. Suele establecer su rutina estrictamente y no hay quien los saque de allí. En las conversaciones son monotemáticos y pocas veces uno logra desestructurarlos. Cuando padecen de aliteración, son internados.
Los que son graciosos pero pueden generar grandes confusiones en grupos de amigos, en el trabajo, la familia y, especialmente, en la pareja, son los hiperbatónicos. Herederos de Quevedo, transitan una angustia de orden existencial que no les permite ver con claridad ni dónde están parados.
Los más comunes, pero según estudios, en vías de extinción, son los metafóricos. Son seres únicos y volátiles, entregados principalmente a la vida espiritual. Muchos han tenido el afán de mejorar el mundo, pero han caído, se los ha pisoteado y catalogado de prosaicos. Muchas veces padecen la incomprensión del mundo, y sufren, y empiezan a pulir sus botas como medio de salvación.

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