siempre
creí que podía con todo. que tenía el mundo en mis manos. plastilina que me
había quedado guardada en el bolsillo al salir del jardín de infantes. es que de
niña me parecía un poco a dios. por eso siempre andaba jugando con objetos que
se pueden manipular. era mi propio universo moldeable. desarmable. es que, en
verdad, podía con todo. me fui creyendo que podía con todo. hacía lo que quería
con la vida de las muñecas. las sacrificaba por amor a todo lo insignificante.
les negaba el alimento. las vestía. hice lo que quise en ese mundo plástico.
sillones rosados y vestidos de novias. se fueron quedando viejos. objetos de
burla en el liceo. ¿todavía jugás con muñecas? nadie entendía. yo juego con la
vida les decía. pero nadie entiende. todo tiene su límite dijo mi madre y me
regaló un puzle. era de pocas piezas y muchos colores. el límite del universo
rectangular. esa es mi porción. nadie se mete ahí dentro. mis manos moldean y
recorren la forma del cartón. luego sus colores. luz y sombra. brillo y
oscuridad. se despliegan las formas. todo los detalles que conforman mi
universo inalterable al que nadie entra. si mis manos se pierden yacerá
incompleto. un nuevo dios nace cada vez que se agita la caja y se meten sus
manos dentro. cada vez más grande. dios se expande por las tierras. le da el
único tiempo que le queda. pero parece que a nadie le gusta que dios arme
puzles. porque se olvida de sus deberes de dios. porque se le van yendo los
amigos. porque se va quedando noches y noches solo rodeado de piezas. entonces
le regalan las sopas de letras. el abecedario en bruto para construir palabras.
palabras que están y palabras que no existen. palabras que se pierden de sí
mismas. que van cubriéndolo todo. donde hay palabras siempre hay un misterio
por resolver. cada palabra puede contener otras dentro. no es fácil entonces
encontrar mensajes secretos por todos lados. pistas. misterios. nada es lo que
debe ser. entonces ahí es que se puede jugar. porque a dios nadie le había
enseñado a jugar. entonces le mostraron lo que era una lapicera y un lápiz.
porque ya estaba grande. le enseñaron que esas letras también las podía
dibujar. le enseñaron a crear. a verse en su mundo inventado. ser o no
personaje. actuar en la imaginación. penetrar en los sueños. porque resulta que
una vez tuve un sueño. ya solo soñar me sorprendía porque pensé que no era de
dioses hacer eso. tenía miedo a la realización del sueño. porque quién sabe
hasta donde llega su acto creativo. mi sueño fueron palabras también. todas
inventadas. palabras que se encontraban por primera vez y otras sorprendidas de
verse tan cercanas. y el sueño se quedó solo por ahí. se llenó el mundo de
palabras y ya no fue necesario seguir soñando. cuando perdí los sueños. cuando
se fueron. solo ahí pude ser dios.
[Ilusión óptica - Bruno Rosa]
tenes una forma de escribir que atrapa.
ResponderEliminarpor suerte nunca podria ser un dios para nadie!
gracias.
ResponderEliminarpor suerte yo no lo soy tampoco.