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24 ene 2012

Apuntes sobre "El ojo de la lluvia" de Alicia Preza


Mirar dentro de la lluvia, mirar con la lluvia, mirar a través de la lluvia parece ser una metáfora de la creación poética de Alicia Preza. 

Los poemas a los que me voy a referir integran un libro compartido con Juan Manuel Sánchez -que publica la selección titulada Para las focas- ganadores ambos del concurso literario Poesía Joven de Casa de los Escritores 2010. Los de Alicia son una selección de doce poemas. En una oportunidad le dije a Alicia que era Preza de la noche, y ahora que leo sus poemas veo que no me equivoqué, pero que tendría que modificarlo: Preza de una noche de lluvia

En sus versos, un erotismo marosiano se abre lugar en el universo cotidiano del hogar, pero poetizado. La figura femenina -Hermenegilda, una mujer después de las otras, Marisa, gitana, Elisena, Jacinta- puebla los textos y los recorre como la gota de lluvia que se desliza por la ventana luego de la tormenta. Estas mujeres forman parte y llevan a cabo rituales domésticos que se escapan por debajo de sus polleras, exhalando un erotismo sin énfasis, pero que convierte la cotidianeidad en ritos sexuales más profundos y primitivos: Prepara el café,/se abre el telón de la mesa/ el pan casero duele/ritual secreto en la cocina.

Como en antiguos rituales mágicos, estas mujeres danzan para no parecerse a estatuas -imagen recurrente en la poesía de Alicia-, para encontrar, quizá, la lluvia que lave sus heridas, que limpie las impurezas de la carne, que las acerque al universo mítico alejado del ruido de la caldera, de los ladridos de perro, de las monedas que faltan para comer.

Por momentos sus versos recuerdan a Lorca, porque también aparecen animales no convencionales que parecen abrir una puerta premonitoria de la catástrofe, al celo de su sexo: Se deslizó un lagarto entre sus piernas, comienza el poema “Rapto”, además encontramos un poema dedicado a la gitana y a su danza: Baila gitana que la noche sangra/ debajo de tu pollera/las sombras chinas de tus piernas/suben por las paredes. En varias oportunidades aparece la enálage tan empleada por Girondo: morir de rojo por una mariposa.

La lectura es un sumergirse, bucear entre las imágenes que le hemos robado al escritor. No basta con leer los poemas de Alicia, como si viéramos la lluvia por la ventana, hay que salir, abrir la puerta y dejarse empapar, que nos moje por dentro y por fuera.