Mirar
dentro de la lluvia, mirar con la lluvia, mirar a través de la lluvia
parece ser una metáfora de la creación poética de Alicia Preza.
Los poemas a los que me voy a referir integran un libro compartido con Juan
Manuel Sánchez -que publica la selección titulada Para las focas- ganadores ambos del concurso literario Poesía
Joven de Casa de los Escritores 2010. Los de Alicia son una
selección de doce poemas. En una oportunidad le dije a Alicia que era Preza de la noche, y ahora que leo sus poemas veo que no me equivoqué, pero que tendría que modificarlo: Preza de una noche de lluvia.
En sus versos, un
erotismo marosiano se abre lugar en el universo cotidiano del hogar, pero
poetizado. La figura femenina -Hermenegilda, una mujer después de las
otras, Marisa, gitana, Elisena, Jacinta- puebla los textos y los recorre
como la gota de lluvia que se desliza por la ventana luego de la
tormenta. Estas mujeres forman parte y llevan a cabo rituales domésticos
que se escapan por debajo de sus polleras, exhalando un erotismo sin
énfasis, pero que convierte la cotidianeidad en ritos sexuales más
profundos y primitivos: Prepara el café,/se abre el telón de la mesa/ el
pan casero duele/ritual secreto en la cocina.
Como
en antiguos rituales mágicos, estas mujeres danzan para no parecerse a
estatuas -imagen recurrente en la poesía de Alicia-, para encontrar,
quizá, la lluvia que lave sus heridas, que limpie las impurezas de la
carne, que las acerque al universo mítico alejado del ruido de la
caldera, de los ladridos de perro, de las monedas que faltan para comer.
Por momentos sus versos recuerdan a Lorca, porque también aparecen animales no
convencionales que parecen abrir una puerta premonitoria de la
catástrofe, al celo de su sexo: Se deslizó un lagarto entre sus piernas,
comienza el poema “Rapto”, además encontramos un poema dedicado a la gitana y a su
danza: Baila gitana que la noche sangra/ debajo de tu pollera/las
sombras chinas de tus piernas/suben por las paredes. En varias
oportunidades aparece la enálage tan empleada por Girondo: morir de rojo
por una mariposa.
La lectura es un sumergirse, bucear entre las imágenes que le hemos robado al escritor. No basta con leer los poemas de Alicia, como si viéramos la lluvia por la ventana, hay que salir, abrir la puerta y dejarse empapar, que nos moje por dentro y por fuera.